jueves, 6 de marzo de 2008
miércoles, 5 de marzo de 2008
ASAMBLEA POPULAR CONTRA LA AGRESIÓN IMPERIALISTA
PRONUNCIAMIENTO
Comité Ejecutivo Nacional
La persecución llevada a cabo por el gobierno fascista del APRA contra activistas del movimiento bolivariano, el asesinato de manifestantes campesinos en el último paro agrario y la violación de la soberanía ecuatoriana perpetrada por el gobierno del paramilitar Uribe no son hechos aislados, realizados por dos regímenes de la ultraderecha latinoamericana. Son en realidad expresión de un plan concertado por el imperialismo norteamericano, que desde sus aparatos criminales en Colombia y Perú, busca destruir la reconstitución de un movimiento de masas continental, que se levanta en contra de las políticas neoliberales y de la opresión del capital transnacional.
En ambos casos podemos apreciar como las patrañas de los criminales García y Uribe no buscan sino apenas encubrir sus intenciones: el amedrentamiento, el asesinato artero y cobarde, la provocación abierta. La seguridad con la que estos regímenes apoyados por Estados Unidos cometen sus tropelías, no deben dejar dudas sobre quien está detrás de sus actos genocidas. El imperialismo encuentra en la actualidad un movimiento social radicalizado en los países andinos y en él, la lenta reconstitución de una dirección política socialista, que nunca arrió sus banderas ni se sintió derrotada, y que hoy más que nunca se afirma en el camino de transformar un sistema injusto e inhumano.
Esta ofensiva imperialista debe sin embargo alertarnos sobre nuestras debilidades y errores. Se vienen tiempos difíciles para el movimiento popular latinoamericano que exigen de los sectores concientes y de las direcciones políticas y gremiales una respuesta unitaria. Se buscará destruir a las organizaciones políticas de izquierda, capturar y juzgar a los luchadores sociales acusándolos de terrorismo o sabotaje, desarticular sus organizaciones de masas y sus referentes legales. Para las mafias de García y Uribe, todo aquel que defienda los derechos del pueblo es un enemigo peligroso, porque a su vez se enfrenta a sus amos: los explotadores de dentro y fuera de la patria; aquellos que oprimen a los trabajadores, saquean los recursos naturales y destruyen el ecosistema. En esta perspectiva, es por lo tanto necesario articular una unidad social amplia, que resista los embates de la reacción imperial, que continúe reorganizando las luchas populares y puede trazar el horizonte de una nueva sociedad para las futuras generaciones.
En el Perú, las organizaciones sociales mínimamente representativas y sus dirigentes tienen ahora una responsabilidad histórica. Deben convocar, entre otras medidas de lucha, no sólo a un paro nacional contra el gobierno de García. Tienen sobre todo el deber de construir una Asamblea Popular Nacional desde sus principales organizaciones gremiales y sindicales (CGTP, CUT, CNA, CCP), asamblea que debe ser el instrumento de aglutinación de las masas en contra del fascismo aprista y su escalada de violencia y terror contra el pueblo. De poco sirven ahora espacios de unidad de menor alcance, menos aún los frentes políticos de la izquierda fragmentada, que muchas veces no son más que coordinadoras electoreras o estériles tribunas del sectarismo y el personalismo de viejos líderes. La renovación de una dirección conciente se debe dar en el marco de la constitución del frente unitario de masas, aquel que consiga enarbolar las plataformas programáticas del periodo y a la vez señale su estrategia de poder.
Por lo tanto debe comprenderse que es un error mantener dispersas las luchas populares o plegarse simplemente a las explosiones espontáneas que inevitablemente seguirán sucediéndose en contra de las políticas hambreadoras del aprismo. También que es una concesión al enemigo levantar organizaciones aisladas, que son fácilmente satanizadas, infiltradas y destruidas por la represión fascistoide, perdiendo con ello valiosos compañeros que serán sometidos a partir de ello a persecución, hostigamiento y encarcelamiento. Sólo un movimiento popular centralizado es en estas circunstancias la única defensa de las masas ante la agresión aproimperialista. Es responsabilidad ineludible de las direcciones sindicales de la CGTP y los demás gremios nacionales, la formación de la Asamblea Popular en todas las regiones, que unifique los esfuerzos organizativos de los frentes de defensa a nivel nacional, de las organizaciones de base, de los movimientos reivindicativos y de protesta. Desburocratizar además las organizaciones sociales es un imperativo y debe lograrse llevando a cabo una amplia convocatoria, la centralización en un ente orgánico unitario y el ejercicio de una irrestricta práctica democrática en su interior, construyendo poder popular a partir de la inclusión de las múltiples experiencias de resistencia que enriquezcan y eleven el contenido de las luchas gremiales y sindicales.
Finalmente, nos solidarizamos y exigimos la liberación de los compañeros y compañeras detenidos en Tumbes, victimas de un nuevo psicosocial orquestado por los aparatos represivos de la banda aprista. Particularmente conocemos por intermedio de nuestros compañeros de Junín, el trabajo honesto y comprometido de las compañeras Guadalupe Hilario Rivas, María Gabriel Segura, Carmen Azparrent Riveros y Carmela Carbajal Otarola, reconocidas dirigentes sociales de la región. Su infame e ilegal detención es parte del plan de destrucción de las organizaciones populares, puesta en práctica por este gobierno gendarme del gran capital. Pero no lo logrará, aún cuando lo intente una y otra vez. La unidad del pueblo que comienza a gestarse derrotará a sus verdugos y conquistará indefectiblemente su futuro en libertad e igualdad.
¡LIBERTAD INMEDIATA A LOS LUCHADORES SOCIALES!
¡UNIDAD PARA LUCHAR Y UNIDAD PARA VENCER!
¡ASAMBLEA POPULAR AHORA!
Perú, 5 de marzo del 2008
En ambos casos podemos apreciar como las patrañas de los criminales García y Uribe no buscan sino apenas encubrir sus intenciones: el amedrentamiento, el asesinato artero y cobarde, la provocación abierta. La seguridad con la que estos regímenes apoyados por Estados Unidos cometen sus tropelías, no deben dejar dudas sobre quien está detrás de sus actos genocidas. El imperialismo encuentra en la actualidad un movimiento social radicalizado en los países andinos y en él, la lenta reconstitución de una dirección política socialista, que nunca arrió sus banderas ni se sintió derrotada, y que hoy más que nunca se afirma en el camino de transformar un sistema injusto e inhumano.
Esta ofensiva imperialista debe sin embargo alertarnos sobre nuestras debilidades y errores. Se vienen tiempos difíciles para el movimiento popular latinoamericano que exigen de los sectores concientes y de las direcciones políticas y gremiales una respuesta unitaria. Se buscará destruir a las organizaciones políticas de izquierda, capturar y juzgar a los luchadores sociales acusándolos de terrorismo o sabotaje, desarticular sus organizaciones de masas y sus referentes legales. Para las mafias de García y Uribe, todo aquel que defienda los derechos del pueblo es un enemigo peligroso, porque a su vez se enfrenta a sus amos: los explotadores de dentro y fuera de la patria; aquellos que oprimen a los trabajadores, saquean los recursos naturales y destruyen el ecosistema. En esta perspectiva, es por lo tanto necesario articular una unidad social amplia, que resista los embates de la reacción imperial, que continúe reorganizando las luchas populares y puede trazar el horizonte de una nueva sociedad para las futuras generaciones.
En el Perú, las organizaciones sociales mínimamente representativas y sus dirigentes tienen ahora una responsabilidad histórica. Deben convocar, entre otras medidas de lucha, no sólo a un paro nacional contra el gobierno de García. Tienen sobre todo el deber de construir una Asamblea Popular Nacional desde sus principales organizaciones gremiales y sindicales (CGTP, CUT, CNA, CCP), asamblea que debe ser el instrumento de aglutinación de las masas en contra del fascismo aprista y su escalada de violencia y terror contra el pueblo. De poco sirven ahora espacios de unidad de menor alcance, menos aún los frentes políticos de la izquierda fragmentada, que muchas veces no son más que coordinadoras electoreras o estériles tribunas del sectarismo y el personalismo de viejos líderes. La renovación de una dirección conciente se debe dar en el marco de la constitución del frente unitario de masas, aquel que consiga enarbolar las plataformas programáticas del periodo y a la vez señale su estrategia de poder.
Por lo tanto debe comprenderse que es un error mantener dispersas las luchas populares o plegarse simplemente a las explosiones espontáneas que inevitablemente seguirán sucediéndose en contra de las políticas hambreadoras del aprismo. También que es una concesión al enemigo levantar organizaciones aisladas, que son fácilmente satanizadas, infiltradas y destruidas por la represión fascistoide, perdiendo con ello valiosos compañeros que serán sometidos a partir de ello a persecución, hostigamiento y encarcelamiento. Sólo un movimiento popular centralizado es en estas circunstancias la única defensa de las masas ante la agresión aproimperialista. Es responsabilidad ineludible de las direcciones sindicales de la CGTP y los demás gremios nacionales, la formación de la Asamblea Popular en todas las regiones, que unifique los esfuerzos organizativos de los frentes de defensa a nivel nacional, de las organizaciones de base, de los movimientos reivindicativos y de protesta. Desburocratizar además las organizaciones sociales es un imperativo y debe lograrse llevando a cabo una amplia convocatoria, la centralización en un ente orgánico unitario y el ejercicio de una irrestricta práctica democrática en su interior, construyendo poder popular a partir de la inclusión de las múltiples experiencias de resistencia que enriquezcan y eleven el contenido de las luchas gremiales y sindicales.
Finalmente, nos solidarizamos y exigimos la liberación de los compañeros y compañeras detenidos en Tumbes, victimas de un nuevo psicosocial orquestado por los aparatos represivos de la banda aprista. Particularmente conocemos por intermedio de nuestros compañeros de Junín, el trabajo honesto y comprometido de las compañeras Guadalupe Hilario Rivas, María Gabriel Segura, Carmen Azparrent Riveros y Carmela Carbajal Otarola, reconocidas dirigentes sociales de la región. Su infame e ilegal detención es parte del plan de destrucción de las organizaciones populares, puesta en práctica por este gobierno gendarme del gran capital. Pero no lo logrará, aún cuando lo intente una y otra vez. La unidad del pueblo que comienza a gestarse derrotará a sus verdugos y conquistará indefectiblemente su futuro en libertad e igualdad.
¡LIBERTAD INMEDIATA A LOS LUCHADORES SOCIALES!
¡UNIDAD PARA LUCHAR Y UNIDAD PARA VENCER!
¡ASAMBLEA POPULAR AHORA!
Perú, 5 de marzo del 2008
Comité Ejecutivo Nacional
Colectivo Socialista MASA
Suscribirse a:
Entradas (Atom)